“Amo el Río”: El movimiento juvenil de la Amazonía peruana que defiende los ríos con arte, cultura y sensibilización

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

Gobernanza del Agua

La Amazonía peruana se extiende por 68 millones de hectáreas de llanuras inundables, lagunas, ríos navegables – como el Amazonas – y una vasta selva que beneficia al mundo. Es hogar de diversas comunidades indígenas y locales; la casa de la mayor población de grupos indígenas en aislamiento y contacto inicial en Perú. Ese grandioso ecosistema – que comparten Perú, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Surinam y Venezuela– desempeña roles vitales para el planeta, como la regulación del clima y la generación de agua. Por esto, se dice que la Amazonia peruana es una solución natural al cambio climático amenazada por la deforestación, la expansión de la minería de oro, las represas, los monocultivos de cacao y palma aceitera, la ganadería expansiva y las carreteras. 

En medio de esa inmensa selva se levantan dos ciudades que tienen una estrecha relación con la selva y el río, esenciales para preservar el equilibrio natural de la Amazonia peruana: Iquitos y Pucallpa, capitales de los departamentos de Loreto y Ucayali, respectivamente. Históricamente las comunidades amazónicas han aprovechado los recursos de la selva para subsistencia y, al mismo tiempo, se han encargado de conservarlos para mantener un equilibrio. Saben que su supervivencia depende directamente de la salud de la naturaleza. Sus conocimientos, valores, creencias, comportamientos y actitudes son esenciales para la gestión y conservación de los ríos y la selva, como lo reconoce WWF Perú.

Sin embargo, ese equilibrio se está derrumbando. Las ciudades se siguen expandiendo, la presión por la explotación de la Amazonia sigue aumentando, y no existe una conciencia colectiva sobre el valor incalculable de este ecosistema. Los habitantes de Iquitos y Pucallpa son fundamentales para que desde las urbes también sumen a enfrentar esas amenazas y conservar el balance. Y la juventud es esencial en esa misión, por sus ideas 
innovadoras y creativas, por su capacidad para actuar y crear conciencia, por su compromiso con la sostenibilidad y el cuidado de la naturaleza. Además, porque los jóvenes serán los líderes que tomarán las decisiones futuras para preservar la vida de ese ecosistema. 
 

Jóvenes como protagonistas de cambio 



WWF Perú entendió que la juventud de las ciudades de Iquitos y Pucallpa debía ser protagonista de “Amo el Río”, un movimiento para imaginar y crear acciones colectivas en defensa de los ríos amazónicos desde las ciudades. Esta iniciativa busca la participación real, plena y efectiva de los jóvenes en ciudades amazónicas, que han sido históricamente un grupo vulnerable sin representatividad, en espacios de comunicación y creación artística. A inicios del 2020, WWF Perú convocó a jóvenes entre los 18 y 24 años de estas dos localidades, para crear una red que trabajara por: fortalecer los lazos afectivos entre las ciudades y sus ríos; fomentar una conciencia pública que reconozca la importancia de la Amazonia como fuente de vida; empoderar a la juventud sobre su papel crucial en la conservación y fortalecer sus liderazgos.   

En este momento, Amo el Río ha conectado con más de 350.000 personas a través de las redes sociales y ha reunido a más de 1.000 personas de todas las edades en actividades presenciales en Iquitos y Pucallpa, extendiéndose a Tarapoto y Puerto Maldonado, en San Martín y Madre de Dios, respectivamente; y alrededor de 150 jóvenes champions que son claves para generar el efecto multiplicador y replicador de Amo El Río.

Así nació la red de jóvenes voluntarios de Iquitos y Pucallpa “Amo el Río”, que ha utilizado la sensibilización y la creación artística para tejer puentes entre las comunidades y las entidades públicas y privadas, y reunirlas alrededor de lo esencial: la conservación de los ríos y la selva, que son la vida misma. La iniciativa “Amo el Río” hoy cuenta con el respaldo de más de 15 instituciones aliadas, entre las cuales destacan la Dirección Desconcentrada de Cultura de Loreto, Ucayali, Madre de Dios y San Martín; la Autoridad Nacional del Agua (ANA), el Consejo Amazónico de Desarrollo Acuícola y Pesquero (CADAP), el Grupo Ambiental Tierra Amazónica (GATIA), CREA, la Universidad Tecnológica del Perú (UTEC), Iquitos Bike, el Voluntariado de Biodiversidad de Ucayali, Ciudad Saludable, WCS Perú y WWF Perú. 
 

Las voces de los jóvenes 



Arantxa Valentina Babilonia Nolorbe es una de esas jóvenes. Es de Iquitos, 23 años, ingeniera en gestión ambiental. Su mamá creció en la ribera de un pequeño pueblo llamado Juancho Playa, al lado del río Napo, provincia de Maynas, departamento de Loreto; y su padre es la ciudad de Iquitos. Sus padres tuvieron tres hijos a los que criaron hablándoles de la necesidad de sembrar y cosechar los propios alimentos, fomentándoles el amor por las plantas, enseñándoles a convivir con animales. Así nació su pasión por proteger la naturaleza. Pasión que la llevó a elegir su profesión, a unirse a la asociación ambiental “Interpretando el Ambiente para la conciencia Iquiteña” y a convertirse en una lideresa ambiental. 
  
Cuando el movimiento “Amo el Río” se estaba consolidando llegó la pandemia del Covid-19. El encierro terminó con los planes de pintar murales alrededor de Iquitos para hablarle a la población sobre las heridas del río y las amenazas, sobre la necesidad de coexistir con la vida silvestre, sobre la urgencia de cuidar el río que les da de comer y vivir. Cuando la pandemia empezó a ceder, la red se volvió a activar con un grupo de jóvenes activistas que se movían en bicicleta para hacer jornadas de limpieza en los ríos. Arantxa hacía parte de ese grupo. 

Ella sueña con ser educadora ambiental; con trabajar de la mano de niños y jóvenes para que transmitan su conocimiento y amor por la Amazonia. “Aquí no tenemos mucha cultura ambiental. Uno de los problemas más grandes son los residuos sólidos. Hay gente que tira la basura a orillas de los ríos porque lo ven fácil. ¿Cómo puede cambiar eso? Principalmente con la educación, con crear una cultura de cuidado del ambiente”, dice. Arantxa siente que el movimiento “Amo el Río” le ha permitido fortalecer su liderazgo, aprender habilidades comunicativas, conectarse con otros líderes de manera más fluida, volver a la fotografía como herramienta de conservación y, también, desafiar su timidez. Arantxa asegura que Ama el río: “Antes era muy difícil para mí relacionarme con otras personas”, dice Arantxa. Además, explica que este proceso le ha enseñado a “desenvolverme más en el trabajo con las comunidades. Cuando trabajas con los grupos es importante mostrar una confianza en ti misma y en lo que vas a expresar… Esto permite que la gente entienda más el mensaje que quieres dar”, dice Arantxa. 

A unos 500 kilómetros de Iquitos -- a una semana de recorrido por el río, o a una hora de vuelo -- está Pucallpa, una ciudad ubicada en el departamento de Ucayali, en la Amazonia centro-oriental que también juega un papel vital para la conservación de ese ecosistema. Allí vive Gustavo Adolfo Carrasco Zúñiga, 29 años, biólogo y miembro de “Amo el Río”. Gustavo cuenta que esta ciudad, denominada “la más joven de Perú”, se formó con el arribo de foráneos, “gente de la capital y otros lugares que llegaron para aprovechar el territorio”. Las comunidades locales, que vivían alrededor de los ríos, empezaron un proceso de mestizaje que cambió su idiosincrasia. 

También hubo cambios en el territorio. Los recursos se empezaron a agotar; había menos caza y menos pesca. “La región se enfocó en la extracción de recursos naturales y en generar crecimiento. La vida silvestre quedó desplazada”, cuenta Gustavo. Esta situación despertó en jóvenes como él la necesidad de organizarse, prepararse y trabajar para enfrentar esas amenazas. Estando en la universidad creó la empresa de ecoturismo Viridis Tours. “Quería traer turismo científico, recuperar los conocimientos indígenas ancestrales vinculados con la naturaleza, principalmente con los indígenas shipibo, sobre todo para las comunidades locales”, cuenta Gustavo. Se dedicó, además, a fotografiar esos lugares y expresiones y culturas únicas que estaba descubriendo. En 2017 creó junto a otros jóvenes “Voluntarios de la Biodiversidad Ucayalina” y, gracias a ese liderazgo, llegó a “Amo el Río”.

Gustavo Carrasco dice que esta iniciativa ha sido “una oportunidad para visibilizar el trabajo que estábamos haciendo, para mostrar el liderazgo ambiental que hemos desarrollado”. Sus propuestas y acciones en “Amo el Río” han estado enfocadas en campañas contra el tráfico de la vida silvestre, en enseñar hábitos y alternativas para reducir el impacto a los ríos amazónicos, y en la limpieza de ríos.  

Para Gustavo, uno de los mayores logros de este movimiento ha sido impulsar, alimentar y fomentar los liderazgos juveniles. Una de las acciones que más atesora, fue curar una exposición que invitó a artistas locales e indígenas a plasmar su cosmovisión sobre los ríos amazónicos. Al mismo tiempo, dice que uno de sus mayores retos es lograr que las autoridades ambientales miren, estén convencidos, y trabajen en conjunto con los jóvenes y su apuesta por “abordar la conservación de una manera novedosa”. “En el caso de empresas privadas hemos mantenido buenas relaciones, destacan este tipo de labores e iniciativas, a diferencia de las instituciones públicas que, por temas más burocráticos o por otras prioridades, no lo visibilizan”, asegura Gustavo.  
 
Gustavo y Arantxa aún no se conocen y el trabajo de cada zona es independiente, pero parte del plan de Amo el Río es crear un encuentro en el que los líderes puedan conocerse e intercambiar experiencias.  “El impacto de estos agentes de cambio será de por vida”, dice Marcia Cruz, la Responsable de la iniciativa de Amo el Río desde WWF Perú. Arantxa Babilonia y Gustavo Carrasco también están convencidos de que su papel en esta historia es definitivo, como jóvenes, como ambientalistas y como habitantes de esa vasta selva que necesita su fuerza creativa y protectora. 

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Marzo, 2024

Gobernanza del Agua